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miércoles, 29 de junio de 2011
Al parecer “Remi” no era la única persona en el cyber-café. En una de las máquinas del fondo, la número cuatro, había un chico gordito no muy alto, quien, al parecer, estaba jugando Starcraft con la persona que me miraba con desprecio, sentada al lado mío.

-          Disculpa – volteé hacia el nuevo chico – Sólo quería jugar también.
-          ¡Genial! – chilló – Vamos a jugar los tres… Pero hay que hacerlo un poco más interesante…
-          ¿Cómo? – preguntó Remi.
-          Los dos y una máquina contra mí… ¿Está bien? – tenía un semblante orgulloso.
-          ¿No es algo desigual? – pregunté.
-          Está bien – dijo – que sean dos máquinas y ustedes dos – tras decir eso volvió a sentarse - ¡Avisen cuando la partida esté creada para entrar!

Este sujeto me caía mal. Era un arrogante, pero ya le callaría la boca cuando le patee el trasero en Starcraft. Me senté en la máquina dos y preparé la partida. Había alcanzado un muy buen nivel en este juego y lo iba a demostrar.

-          ¡Chokoborra! – escuché decir a Rafa, quien entraba al cyber, a unos 5 minutos de empezar a jugar - ¡Así que ya llegaste!
-          Ahora no, Rafa… Estoy ocupado – respondí.
-          ¿Qué haces? – preguntó el recién llegado - ¿Starcraft? Están que te patean el culo – dijo, acercándose a ver mi pantalla.

Era muy extraño… Ese chico era muy bueno jugando, éramos 4 vs 1 y nos estaba destruyendo… Una de las máquinas de mi equipo ya estaba destruida y la otra estaba a punto… ¿Estará haciendo algún tipo de trampa? Hasta donde yo sé, no se pueden poner códigos en el modo multijugador…

-          ¡Listo, perdí! – escuché gritar a Remi desde su máquina – Daniel es muy bueno en esto.
-          ¿Están jugando con Daniel? – me preguntó Rafa sin dejar de mirar mi pantalla – Con razón, pues… Su hermano es el campeón de todo el Perú y él es top 5, creo – añadió.
-          A la hora que me lo dices…

Después de un par minutos luego de perder de una manera humillante me dio algo de hambre, así que le dije a Rafa que iba a comer en mi casa y volvía más tarde. Cuando salí, Remi había terminado su hora, así que salió también.

-          Nos destruyó – intenté entablar una conversación
-          Sí… - respondió, desganado – Bueno brother, me voy a casa.
-          ¿Por dónde vives? – pregunté.
-          Por ahí… - señaló
-          ¡Te acompaño! – chillé.
-          No, no.
-          Insisto.
-          Está bien – parecía no querer aceptar mi compañía.

Caminamos una cuadra y parecía muy incómodo, tanto por mi conversación, como por mi presencia.

-          Brother – me interrumpió - ¿Tú dónde vives?
-          Cruzando la pista a una cuadra volteando a la derecha.
-          Yo voy de frente – dijo – entonces…
-          No, nada – corté su idea – te acompaño hasta tu casa.
-          Argh – se quejó
-          ¿Qué?
-          Nada… - dijo, luego de un suspiro, mientras seguimos caminando.



Cuando la conocí, no sabía que los recuerdos importaban tanto

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