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miércoles, 31 de agosto de 2011
Al día siguiente, por la tarde, Remi fue a visitarme cerca de las siete de la noche. Aún no había hablado con Sol. Remi me encontró algo nervioso y le conté lo de Sol.

No había esperado reacción alguna en Remi, pero inmediatamente noté su actitud algo violenta al hablar de ella. Después de unos minutos de intentar imaginar el porqué de su reacción lo recordé; Adriana y Sol, se supone, se odian y Remi es hermano de la primera. Aunque por lo general Remi hablaba mal de todo el mundo, así que mi sorpresa no fue muy grande.

Cerca de las ocho de la noche decidí que, tal vez, no sería buena idea hablar con Sol si es que Remi estaba a mi costado, así que cerré la sesión de mi Messenger. Remi aprovechó esto, pidiéndome usar la pc para el MSN. No tenía problema alguno, mientras pudiéramos seguir hablando sin que se distraiga tanto.

Cerca de las diez de la noche Remi se fue de mi casa. Había pasado otro día y no había hablado con Sol… Aunque tal vez aún tenga oportunidad si es que está conectada. Fui a la pc y vi que Remi no había cerrado sesión, ya que una chica le había hablado.

_,-·> K-Marada Maggi <·-,_ dice:
¡Hola!
¡Hey!
Hoooooooooooooolaaaaaaaaa.

Bueno… pensé que ya hablarían otro día… Aunque siempre tuve curiosidad por saber qué tipo de gente tenía Remi en su MSN… Tal vez no sea tan malo echarle un vistazo.

Después de unos minutos me di cuenta que no encontré nada interesante entre los diferentes nicks y grupos de Remi, así que decidí cerrar su sesión… pero no lo hice.

Decidí hablarle a la chica que había iniciado una conversación con él. Tal vez se sentiría mal si ve que Remi se desconectaba sin siquiera saludar.

(8) Remi dice:
¡Hola!
_,-·> K-Marada Maggi <·-,_ dice:
¡Hola!
Disculpa, quería preguntarte algo.
(8) Remi dice:
Claro… Dime.
_,-·> K-Marada Maggi <·-,_ dice:
Es que sé que tocas guitarra y quería saber dónde podía aprender… Una academia o algo así…
(8) Remi dice:
Ah… Erhm… Bueno… Verás… No soy Remi… Soy un amigo de él… Dejó su MSN abierto en mi casa.
_,-·> K-Marada Maggi <·-,_ dice:
¡Pucha! ¿Y tú no puedes a yudarme? J
(8) Remi dice:
Uhm… Creo que no…
_,-·> K-Marada Maggi <·-,_ dice:
L
(8) Remi dice:
Si pudiese lo haría… pero la verdad que yo no toco ni el timbre.
_,-·> K-Marada Maggi <·-,_ dice:
Jajajajaja… Qué gracioso xD

Pasó cerca de media hora de tecleo incesable, ignorando a las demás personas que le hablaron a Remi, para conocer a Maggi: Una chica muy divertida, un mes mayor que yo, quien, casi instantáneamente, congenió conmigo de una manera casi armónica y subblime.

Ella tenía que irse, pero no lo hizo sin antes agregarme a mi MSN para poder conversar en alguna otra ocasión.

Ya se hacía tarde, tenía algo de sueño y, casi sin esperanzas, abrí mi MSN para darme con la sorpresa que Sol estaba conectada. Lastimosamente no me dio respuesta. Unos minutos después, cuando ya tenía que irse, me dijo que mejor era darme una respuesta en persona, así que nos podíamos ver el sábado. Aunque estaba algo ansioso, no tuve objeción alguna. 


Cuando la conocí, no sabía que ella iba a sentirse sola
lunes, 29 de agosto de 2011
Unos quince minutos después de la partida de las chicas, terminó la película y salí con Michael.  Era la primera vez que iba al cine y no estaba ni enterado qué película estaban pasando.

Caminando hacia la salida, pensé que la relación que tenía Michael con Tania; era muy extraña, casi ni hablaban, así que preferí no tocarle el tema y, por el contrario, intenté contarle lo que pasé con Sol durante toda la película. Michael no parecía sorprendido ya que pensaba que seríamos una muy buena pareja. Muy por el contrario, se impresionó al saber que no había estado atento al filme.

-          ¿O sea que no vieron la película? – preguntó, saliendo del cine.
-          No, no…
-          Pero estaba interesante.
-          No la entendí – le dije, algo fuerte para que note el punto– estaba con la chica que me gustaba al costado – abrí los ojos.
-          Claro que no la entendiste – interrumpió – si no la viste para nada por estar hablando con Sol – sonrió –. Si quieres te cuento de qué se trataba
-          Olvídalo – suspiré – ya no importa.

Michael parecía no estar consciente de lo que era estar en amoríos con Tania. Lógicamente no le iba a decir nada. Después de todo, cada uno lleva las relaciones como mejor les parece y, aunque para mí la frialdad de ambos era sumamente extraña, ese era su modo de quererse.

Comenzó a hacer frío, a pesar de estar en verano. Michael entró a su casa ya que vivía más cerca al cine y estaba en el camino de la mía. Caminé solo el resto del camino hacia mi hogar, bajo una tenue llovizna de una noche veraniega, la cual no podía, si quiera, dibujar pequeños contornos en la acera ya que apenas se sentía.

Conocía muy bien el camino, pero este se me hacía larguísimo. Quería llegar rápido para saber la respuesta de Sol, pero la gente y los semáforos se ponían en mi contra, intentando cerrarme el paso para nunca llegar a mi destino.

Después de una eternidad que duró cerca de diez minutos, estaba, ya, sentado frente a mi monitor, prendiendo mi pc.

Al parecer Sol no había llegado a su casa, así que decidí jugar Gunbound hasta que llegue. Ya tenía cerca de una semana sin jugar. No podía darme ese lujo; las habilidades se oxidan y si no ganaba no subiría de nivel.

Recientemente había entrado a un clan de Gunbound. Había muchos clanes y, por lo general, participaban en pequeños torneos improvisados, pero, algunos, con muchísima más experiencia, podían participar en torneos más grandes y organizados, con posibilidades de ganar premios en efectivo o ser representantes del país en torneos internacionales. Por supuesto que eso estaba, aún, muy lejos de mi alcance, aunque aspiraba a poder participar en algo grande.

Casi a la media noche me di cuenta de lo obvio; Sol no se iba a conectar hoy día y, por ende, no iba a saber su respuesta.

Estaba muy nervioso tratando de adivinar su reacción y el por qué no se había conectado. Tal vez y no se haya conectado porque no quería decirme que no… tal vez había sido muy apresurado pedirle que sea mi novia y ya no querría hablarme… No quería haber metido la pata…

Estas incógnitas mentales me siguieron en la cama, incluso, segundos antes de quedarme profundamente dormido.


Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
sábado, 27 de agosto de 2011
La vi escribir por unos segundos antes de enviar el sms. Cuando ya estaba enviado volteó a mirarme, aún con las mejillas muy rojas, pero al ver que mis ojos no se habían despegado de ella, bajó la mirada, muy nerviosa.

Mi celular sonó en mi bolsillo. No lo había puesto en vibrador y las personas de alrededor comenzaron a chitarme y a reclamar silencio. Saqué mi celular para revisar el mensaje que me había llegado.

“A mí tampoco se me quitaron las ganas de conocerte cuando te vi. Muchas gracias, Joseph… Eres muy especial para mí.”

Al parecer el mensaje que le había enviado a Sol fue muy bien recibido. Le había escrito porque tenía un poco de vergüenza hablarle de frente. Pero ahora me sentía muy feliz.

Esta chica me gustaba mucho y, en ese momento, ni corto ni perezoso, decidí enviarle otro texto a su celular. Temblando un poco mientras le escribía el sms contándole que me gustaba, cuando por fin terminé, envié el mensaje algo ansioso.

La miré con una expresión entre felicidad y curiosidad por ver su reacción. Pasaron unos segundos y, al parecer, no llegaba mi mensaje. Después de un rato más, ella abrió la boca para decir algo, pero con la yema de mi dedo índice toqué su labio superior y, con una seña con la otra mano, le pedí que espere un poquito. Ella se quedó quieta otra vez y yo saqué mi celular del bolsillo para ver qué andaba mal.

Genial. Me había quedado sin saldo para enviar mensajes.

Entré a la bandeja de salida del menú de mensajes del celular para borrar el sms. Cuando lo vi, me di cuenta que me sentía muy orgulloso de lo que había escrito y no iba a poder decirlo con palabras ya que no lo recordaría y, para colmo, estaría nervioso.

Seleccioné “editar mensaje” y le agregué un par de cositas.

“Sol… Aunque no lo creas, todo este tiempo que hemos estado hablando sólo por MSN me ha servido para conocerte muy bien y ahora que te conozco me siento con ganas de no dejarte ir nunca. Me gustas mucho, Sol. De verdad me encantas… No sé si tú pienses igual… Pero me gustaría que seas mi novia. Sol… ¿Quieres ser mi novia?”

Ya que no podía enviar el mensaje porque no tenía saldo… se me ocurrió una idea. Le di mi celular a Sol para que lea lo que le había escrito.

Después de leer mi mensaje quedó, prácticamente, petrificada. La vi abriendo y cerrando la boca en repetidas ocasiones sin decir nada, sin mover la cabeza, mirando fijamente la pantalla del celular que, ahora, estaba apagada.

-          Hey, Sol – Tania interrumpió el momento -, ya vamos.
-          Ah… Ah… Erhm… - titubeó Sol – Sí, sí… Escribo un sms y nos vamos…

Sol escribió, presurosa, en mi celular. Tania se despidió de Michael, se paró y esperó a Sol en el pasillo. Sol terminó de escribir, me miró muy tímidamente y, como si se le fuera la vida en eso, me dio el celular, seguido de un dulce beso en la mejilla, ignoró a Michael y corrió, jalando de la muñeca a Tania.

-          Hey, Joseph – me dijo Michael - ¿Qué pasó?
-          Pues… Recién lo sabré ahorita

Bajé la mirada para ver lo que Sol había escrito en mi celular.

“Te respondo por MSN”



Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
viernes, 26 de agosto de 2011
Conversamos un poco y me di la oportunidad de pegarme a Sol. Era una chica muy simpática y agradable. Inspiraba algo de paz y se reía de mis chistes… Sin duda era una chica con la cual, a pesar de sus 12 años, no querría perder contacto nunca.

Al parecer la película por la cual habíamos venido ya había empezado, así que teníamos que colarnos a alguna otra sala para poder ver una película. Las chicas, según lo que dijeron, tenían permiso hasta las ocho de la noche, pero, tras un vistazo al reloj, nos dimos cuenta que ya eran casi las siete… Al parecer tendríamos problemas con la hora ya que las películas suelen durar hora y media o un par de horas.

Nos escabullimos sigilosamente tras un distraído empleado del cine para entrar en una sala elegida al azar. Estaban dando los trailers iniciales recién. Eso era bueno ya que una de nuestras preocupaciones era la posibilidad de entrar a alguna sala con la película ya comenzada y no entenderla para nada.

Avanzamos torpemente, los cuatro, por la oscuridad buscando asientos vacíos. Michael iba por delante, seguido por Tania. Yo iba detrás de la novia de Miguel y, con un poco de nervios, guiaba a Sol de la mano.

Tania vio unas butacas libres así que nos sentamos ahí. Obviamente Michael estaba al lado de su novia y yo, para el lado izquierdo de la parejita, al lado de Sol.

Nunca supe de qué trataba la película, ya que me la pasé hablando con Sol toda la duración de esta. Recuerdo que ella me había dicho, por MSN, que el día que la vea en la vida real, se me iban a quitar las ganas de conocerla, pero, muy por el contrario, ahora tenía muchísimas ganas de pasar más y más tiempo con ella.

Cuando volteaba a la derecha veía un paisaje algo extraño; Michael y Tania parecían un par de desconocidos… No hablaban, no se besaban, no intentaban hacer nada más que concentrarse en la película… Tal vez se habrán peleado.

Mi atención estaba dividida entre mi sorpresa de ver a una pareja algo más que fría y los encantos que brotaban de Sol. A veces intentaba, sin éxito, fijar mi vista en la pantalla gigante donde algunos actores hacían su trabajo.

Ya eran casi las nueve de la noche y los celulares, tanto de Tania como de Sol, prácticamente reventaban de llamadas. Felizmente ambos estaban en vibrador para evitar los abucheos e insultos de los cine-adictos que, a diferencia de mí, sabían, al menos, de qué trataba la película.

Ya más de un par de veces, la conversación que tenía con Sol fue interrumpida por las llamadas de su padre. Ella contestaba y decía que la película aún no terminaba, que espere un rato.

A mi izquierda pasaba lo mismo; Tania respondía las llamadas de, suponía yo, su padre, pero no parecía importarle ni a ella ni a Miguel, ya que rara vez les oí intercambiar palabras a lo largo de la película. Tal vez la película sí era interesante después de todo

-          Oye, Joseph – me dijo Sol, en voz baja, acercándose a mí.
-          Dime – respondí, feliz.
-          Mi papá está que me llama desde hace rato y creo que ya debo irme.
-          Si he visto que te ha estado llamando… Espero verte más seguido, Sol.

Sol se inclinó, sobre mí, en dirección a Tania.

-          Tania ¿Ya nos vamos?
-          Espérate – respondió, sin mirarle -. Al menos espera a que termine esta escena.

Sol regresó a su asiento y me miró con una cara algo confusa. La miré y le sonreí. Ella iba a hablarme pero su celular volvió a sonar una vez más.

-          Creo que es un mensaje de mi papá – me susurró.
-          Revísalo, pues – le respondí, sin quitar la sonrisa.

Sol revisó el mensaje y, casi instantáneamente, vi sus mejillas sonrojarse. Una línea fue dibujada por la sonrisa de sus labios y una pequeña risilla nerviosa me dio a entender que el mensaje que acababa de recibir le gustó mucho. Inmediatamente decidió responder.


Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
viernes, 12 de agosto de 2011
Michael me habló por la tarde, me dijo que nos íbamos a encontrar con las chicas en el cine… Me di cuenta que Michael no podía salir libremente con Tania. Una relación así era algo extraña e incómoda, supongo.

-          Tania me llamará y salimos para Cineplanet.
-          ¿Y mientras? – le pregunté, revisando una repisa con  libros.
-          Pues… Jugaremos GameCube… o play 2
-          Interesante.

Qué extraño. Michael era un chico del cual no conocía mucho, pero cuando entré a su habitación pude ver un play Station 2 y un gamecube, al lado de una repisa gigante llena de dvds de anime y una cantidad considerable de manga japonés.

Desde hacía poco tiempo me sentía inclinado por la animación japonesa. Este tipo tenía de todo para complacer a un fanático; me extrañaba, ahora, no haber sido más amigo de Michael.

Nos pusimos a jugar GameCube, por lo menos, una media hora hasta que Tania llamó a Michael para decirle que vayamos al cine; le dejó el número de sala y la hora de la función para evitar perdernos… Yo ya estaba empezando a creer que esta situación era de aquellas en las que uno no puede ser visto por nadie y en las que ellas tendrían que irse antes que nosotros del cine para que quede todo como un secreto.

Efectivamente, luego me daría cuenta que estaba en lo correcto.

Sala número catorce. Se agotaron las entradas para la función de la sala número catorce, así que tuvimos que comprar otro boleto. Luego, sin que nadie se diera cuenta, nos escabulliríamos a la sala catorce para poder estar con las chicas.

Michael habló con Tania cuando estábamos en el pasillo, justo antes de entrar a la sala catorce, ya que no sabíamos en que parte de la sala estaban. Nos dieron las indicaciones, entramos, las buscamos… y jamás las encontramos.

Volvimos a salir al pasillo para estar seguros de su posición, nos la repitieron, entramos, las buscamos… y por segunda vez no las hallamos.

Repetimos esta operación cerca de cinco veces, sin éxito, así que les dijimos a las chicas que salgan de la sala y que nos encontrábamos en la puerta.

Estuve un par de minutos mirando a una pequeña araña juguetear en una esquina del pasillo, entonces el celular de Michael sonó.

-          ¿Dónde están? – preguntó él.
-          Aquí; afuera de la sala – la suave voz de Tania le respondió.
-          Nosotros también.
-          No los vemos…
-          ¡Argh! – alzó la voz – ¡Estúpido Cineplanet!
-          ¿Cineplanet?
-          Sí.
-          Pero nosotras estamos en Cinemark.

No necesitamos más de cinco minutos para pelearnos con el joven que atendía en la boletería y salir corriendo hacia Cinemark para comprar una nueva entrada.

Predeciblemente, las entradas en Cinemark también estaban agotadas ya que la película había empezado hacía más de veinte minutos. Intentamos hacer la misma jugada; comprar entrada para otra sala, escabullirnos y entrar a la sala de las chicas… Cuando estábamos en el pasillo camino a la sala nos dimos cuenta que era innecesario; las chicas estaban esperándonos.

Fue la primera vez que vi a Sol. Era más chiquita de lo que me esperaba, y estaba ahí, mirándome, adornada con esos rulos que llegaban hasta sus muslos,  algo sonrojada bajo un par de anteojos.

-          ¡Hola! – le sonreí, tratando de romper el hielo.



Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
Mensajes de texto(Parte 1)
miércoles, 10 de agosto de 2011

-          Tío ya ha pasado mucho tiempo – me animaba Serge al verme deprimido -. Karla está en México además… No puedes torturarte por algo así.
-          Tal vez tengas razón – respondía, sin muchas ganas, tirado en mi cama.
-          ¡Hey! Date una oportunidad, hombre… Sal con alguien más o qué se yo… El mundo no ha acabado.
-          Tal vez tengas razón.
-          Mira… Yo sé lo importante que Karla ha sido en tu vida… Pero ahora ni siquiera sabes algo de ella.
-          Bueno sí, poco después de regresar al Perú perdimos contacto
-          Además – dijo –, yo sé que a ella no le gustaría verte triste… Ya sé que no la conozco, pero por lo que me contabas yo pienso eso.
-          ¡Tienes razón, Serge!
-          Tal vez Adriana no era la indicada, tío.
-          Adriana es mi amiga – le respondí, algo animado –.  Mucho mejor nos llevamos así.

Serge siempre me escuchaba y, algunas veces, la melena un poco desordenada le servía para darme un buen consejo.

Los días siguientes a la conversación con Sergio, decidí no torturarme por alguien a quien quizá, aunque lo desee, no vuelva a ver más. A partir de ese momento, una nueva vida había empezado para mí.

Michael en búsqueda :P dice:
Oye, Joseph, ¿Puedo pedirte un favor?
Joseph, ¡De nuevo! dice:
Claro, tío, ¿Qué pasó?
Michael en búsqueda :P dice:
Verás… Voy a salir con Tania al cine el martes…
Joseph, ¡De nuevo! dice:
¡Genial!
Michael en búsqueda :P dice:
Y… Pues…
Joseph, ¡De nuevo! dice:
¿Pues…?
Michael en búsqueda :P dice:
Quería que vayas al cine también.
Joseph, ¡De nuevo! dice:
No, no, no… Yo no soy bueno como violinista de parejitas.
Michael en búsqueda :P dice:
Jajajaja… A ver… Te explico…
Joseph, ¡De nuevo! dice:
A ver… o.o
Michael en búsqueda :P dice:
Tania no puede salir sola… Porque, pues, sus padres tienen algunos problemas conmigo… Así que ella siempre le dice a su mamá que sale con Sol… Yo, se supone, no existo. Pero Sol siempre nos acompaña en nuestras salidas, y ahora está que se hace de rogar… Dice que está algo cansada de ayudarnos porque dice que se aburre. Es por eso que quiero que vayas al cine esta vez… Para acompañarnos y que no haya problema.
Joseph, ¡De nuevo! dice:
Pero yo no me parezco a Sol, tio. Por donde me mires… Ella es chiquita, con risos largos, hasta la cintura. Además es de tez muy clara…
Michael en búsqueda :P dice:
Hahahahaha… No seas tonto, Joseph xD Lo digo para que nos acompañes a los tres… Así Sol ya no se aburre… A ella le caes muy bien.
Joseph, ¡De nuevo! dice:
¡Aaaaahhh! Eso cambia las cosas… Eso cambia muuucho las cosas.
Michael en búsqueda :P dice:
¿Entonces te animas?
Joseph, ¡De nuevo! dice:
Bueno… Nunca he visto a Sol en mi vida…
Michael en búsqueda :P dice:
¿Qué mejor motivo para conocerla?
Joseph, ¡De nuevo! dice:
Bueno… Vale… ¡Nos vemos el martes!
Michael en búsqueda :P dice:
¡Gracia! Pero es el de la otra semana, eh…
Joseph, ¡De nuevo! dice:
¡Bah! Pensé que sería este martes xD

Toda la semana me la pasé pegado a la pc hablando con Sol; estaba muy emocionado porque iba a conocerla en persona. Ella tampoco escondía su emoción.

Después de varias conversaciones hasta altas horas de la noche con Sol, por fin llegó el martes.


Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
lunes, 8 de agosto de 2011
A los pocos días Adriana me contó que Héctor, su ex, había ido a visitarla, justo el día en el que yo estaba en su casa. Ella bajó a ver qué quería pero me pidió que me quedara ya que Héctor había tenido algunas apariciones esporádicas en su vida; siempre despachado por pesado y no quería que nos peleemos o algo por el estilo, así que decidió solucionarlo ella sola.

Algo ocurrió esa noche. Héctor llegó con un semblante muy diferente al acostumbrado; tenía una mirada decidida y una soberbia notable en sus palabras, complementadas al máximo con la violencia de sus movimientos. Sin que Adriana pudiese reaccionar, él se acercó hacia su víctima y, enrollando sus brazos en la cintura de mi novia, la besó.

Adriana quedó en shock. Ese beso fue, por mucho, más salvaje y dominante que los que había sentido con él alguna vez. Ella no pudo reaccionar hasta que todo había terminado. Le gritó y lo botó de la casa, pero ahora Adriana estaba quebrada por dentro ya que había cometido una infidelidad y no era capaz, ni siquiera, de mirarme de frente sin sentir vergüenza.

Joseph. dice:
Y mi novia terminó conmigo.
(#) ¡Sol! (#) dice:
¡Ouch! ¿Y por qué? =(
Joseph. dice:
Al parecer tuvo una visita de su ex y este la besó. Luego ella se sentía muy mal por lo ocurrido, decía que ni siquiera podía mirarme a la cara y decidió terminar. Dice que lo peor es que él ni siquiera le gusta.
(#) ¡Sol! (#) dice:
¿Pero tú estás bien?
Joseph. dice:
Sí, la verdad es que sí. Me he dado cuenta que Adriana y yo somos más compatibles como muy buenos amigos =)
(#) ¡Sol! (#) dice:
¿Adriana? ¿Así se llama tu novia?
Joseph ¡Piensa! dice:
Bueno… Ya no lo es ¿Nunca te había dicho su nombre?
(#) Sol… (#) dice:
Pues no o.o
Joseph ¡Piensa! dice:
Hahahahahaha ¡Qué divertido!
(#) Sol… (#) dice:
Tú estás en el colegio de Michael, ¿Verdad?
Joseph ¡Piensa! dice:
Sep. De ahí lo conozco.
(#) Sol… (#) dice:
La Adriana de la que me hablas… ¿Está en el salón de Miguel?
Joseph ¡Piensa! dice:
Sí… ¿Por?
(#) Sol… (#) dice:
Yo antes estudié en ese colegio… Hace unos tres años…
Joseph ¡Piensa! dice:
Qué genial. No sabía xD
(#) Sol… (#) dice:
¬¬
Joseph ¡Piensa! dice:
¿Qué pasó?
(#) Sol… (#) dice:
¡Adriana me cae pésimo! ¡Es una chinchosaaaaa!

Cómo se nota que el mundo es muy pequeño. Sol nunca se imaginó que la persona de la cual le hablaba con tanta ilusión era la chica que menos le caía en mi colegio.



Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
viernes, 5 de agosto de 2011

(#) Sol… (#) dice:
Gracias, me haces sentir mucho mejor =D
Joseph ¡Pelea, pelea, pelea! dice:
No te preocupes =) Supongo que logro mi cometido, entonces
(#) Sol… (#) dice:
Mucho mejor que bien…
Joseph ¡Pelea, pelea, pelea! dice:
Y la próxima vez será mejor.
(#) Sol… (#) dice:
Jajajaja… Miguel no se equivocó… Bueno, debo irme ya ^^
Joseph ¡Pelea, pelea, pelea! dice:
Sale y vale. Cuídate mucho, eh.
(#) Sol… (#) dice:
¡Igualmente! Chauuuu

Sol era una chica que conocí gracias a Michael, un chico que cursaba un año menos que yo en mi escuela. Michael siempre me había visto como alguien muy divertido y, para el mes de setiembre, Sol estaba muy triste, así que le dio mi correo electrónico diciéndole que yo podía, sí o sí, arrancarle alguna sonrisa.

La idea era animar a esta chica. Al parecer tenía mal de amores y, sinceramente no sabía por qué se me había encomendado esta misión, pero hablando con ella, me di cuenta que Sol era una excelente persona. Me caía muy bien y estaba dispuesto a ayudarle para que no se sienta triste. Podía robarle más de una sonrisa cuando hablábamos por el Messenger. No la conocía en persona, vivía a unos quince minutos de mi casa, así que tal vez algún día nos veríamos las caras.

Setiembre terminó y la chica que me gustaba, Adriana, llegó a ser mi enamorada. Yo estaba muy feliz. Las próximas conversaciones que tenía con Sol eran, sin duda, muy alegres. Y no era para menos.

La felicidad duró poco tiempo; el recuerdo de Karla me invadió y mi cerebro dio un vuelco. Cuando encontré a Sol en el Messenger me puse algo triste ya que tal vez esta vez no íbamos a tener una conversación tan alegre como los días anteriores.

(#) Sol… (#) dice:
¡Hey no te deprimas!
Joseph ¡Piensa! dice:
No es tan fácil, Sol
(#) Sol… (#) dice:
Tú me has animado mucho el mes que estuve triste… ¡No tienes por qué ponerte así!
Joseph ¡Piensa! dice:
Me molesta que sean cosas que no pueda dominar…
(#) Sol… (#) dice:
¡Tonto! Mira, te devolveré el favor. Así como tú me animaste tanto antes… Ahora me toca a mí =D
Joseph ¡Piensa! dice:
Hahahahaha… Gracias, Sol

No le conté a Sol los detalles; sólo le había comentado que no dejaba de pensar en una chica de mi pasado. Después de dar algunas vueltas en lo mismo, fue la misma Sol quien me animó a contarle la verdad a mi novia. “Es un problema de pareja cuando no puedes controlarlo y esto afecta a la otra parte”, decía. Sin duda alguna era una chica con decisión y algo madura para sus doce años.

La semana siguiente tuve un mejor semblante, el cual no duraría mucho ya que, terminando octubre, Adriana ahora se comportaba de una manera muy extraña conmigo. Con los días como testigo de su trato ajeno para conmigo, caí en cuenta que lo nuestro, posiblemente, podría terminar.

Y, efectivamente, llegando noviembre, todo terminó. 


Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
martes, 2 de agosto de 2011
Los días siguientes aún me preguntaba quién había sido la persona que tocó la puerta ese día. Adriana se negó a contármelo aunque le insistí en más de una ocasión los siguientes días. Noviembre llegó como un trago amargo; Adriana ya no me trataba igual. Nuestras últimas salidas fueron, por mucho, muy desalentadoras y, si bien ella nunca fue muy cariñosa, los momentos a solas se hacían un poco molestos.

Todos los pesares habían empezado desde esa noche en la cual su abuelita había venido a darnos una visita. Sin embargo se supone que estaba feliz… Tal vez haya sido esa visita “secreta” lo que la puso así… O tal vez recordó lo que le dije de Karla Jiménez.

Extrañaba mucho mis salidas por Puebla con Karla, sí, pero traté de ser lo más sutil con Adriana al momento de contarle la historia. Tal vez no fue suficiente.

Todos los días las pasaba pensando en mi posible error y en cómo enmendarlo. Había pasado varios meses desde que regresé al Perú y tenía una novia que me gustaba mucho, pero tal vez le estaba haciendo daño con mis inseguridades.

Antes de terminar la primera semana de noviembre intenté averiguar el verdadero motivo por el cual Adriana estaba tan rara, antes que mis incógnitas mentales terminen por destruirme; si era mi culpa, iba a saberlo en ese momento. Esa tarde de viernes, en la puerta del edificio donde vivía, iba a saber la verdad.

-          No es nada, Joseph.
-          Pero desde antes de empezar el mes estás así – le dije, algo desilusionado.
-          ¿En verdad me notas muy rara? – me miró.
-          Sí – respondí, firme –, si no, no te preguntaría nada.
-          Tal vez sí esté ocultando algo – respondió, triste, con obvias ganas de llorar.
-          ¿He hecho algo mal?
-          No, Joseph – me dijo, agachando la cabeza – Pero ya no puedo seguir contigo; debemos terminar.

Una pequeña gota se estrelló contra el suelo, luego otra y otra. Adriana no me miraba de frente y lloraba cada vez más. Yo la miraba sin saber cómo reaccionar. No era posible que todo se termine de un día para otro.

Mi mundo se destruyó junto con ella. No sentía esto justo ya que, si era mi error, ni siquiera estaba enterado del porqué de esa decisión. Aunque lo más probable es que el nombre de ese porqué era Karla Jiménez.

-          Adriana – le dije, tratando de levantar su cabeza con la punta de mis dedos inútilmente – yo sé que aún no puedo olvidarme de Karla, entiende que ella ha sido una chica muy importante para mí – me puse algo triste, pero en ese momento no sabía si era por ver a Adriana así sabiendo que tenía la culpa o si era porque extrañaba tanto a Karla que aún ahora me dolía su ausencia – pero ahora ya no está conmigo, ella está a más de medio continente de distancia y yo…
-          Para, Joseph – me cortó Adriana en seco.
-          ¿Eh?
-          No es tan fácil como parece – me hizo a un lado con su mano y pasó de largo, dejándome atrás –; ya tomé esta decisión. Discúlpame.

Un par de días después, cuando ya me sentía más tranquilo y Adriana volvió a hablarme, terminando la primera semana de noviembre, me di cuenta de la cruda verdad. Efectivamente, nadie olvida. Aquella noche, hacía un par de semanas, Adriana me había engañado con Héctor en la puerta de su casa.

-          Joseph, discúlpame.
-          No te preocupes, Adriana, después de todo, él fue quien lo hizo, no tú.
-          ¡Pero yo no paré!
-          No puedo culparte de nada. Me doy cuenta de lo débiles que somos todos. Sé que si Karla hubiese estado aquí… El que se hubiese equivocado hubiese sido yo.

Todavía no sabía por qué Remi detestaba a Héctor pero, ahora, sentía que también me daba algo de cólera por lo que pasó. Decidí terminar todo por lo bueno; Adriana seguiría siendo mi amiga.



FINAL DEL QUINTO CAPÍTULO


Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola
lunes, 1 de agosto de 2011
Le pregunté a Remi sobre Jimmy y Héctor al volver a clases. Me comentó que Jimmy era un tipo rudo, de esos grandes y malos. Muy por contrario me hablo de Héctor como alguien totalmente opuesto: no muy alto y algo debilucho. Lo extraño fue que, cuando me habló de este último, lo hacía en un tono seco y con un aire de desagrado. Parecía que, por algún motivo, no se agradaban.

-          Es un idiota – respondió Remi después de preguntarle “¿Por qué te noto extraño cuando hablas de Héctor?
-          ¿Ha hecho algo malo?
-          Confórmate con lo que ya sabes.

Esa tarde de martes no pude ir a ver a Adriana. Al día siguiente tampoco fue al colegio, pero pude verle después de clase un momento. Adriana ya se sentía mejor, para el jueves ya estaría asistiendo a clases nuevamente.

El sábado que siguió, cerca de la quincena de octubre, fui a buscar a Adriana por la noche, pero no estaba. No había nadie en casa, más que Remi. Él me contó que su casa era un sitio muy raro… Lo más probable era que en ese sitio penaban.

Me relató algunas historias; los sonidos que se escuchaban por la noche y las sombras que entraban a los cuartos y luego desaparecían eran normales. Yo no era muy creyente de esas cosas, pero, ciertamente, cuando entraba a su casa sentía un ambiente algo extraño. Parecía que la casa hacía un esfuerzo por presionarte hacia el piso.

El domingo sí pude ver a Adriana y salimos a pasear. Le comenté que esta semana la había extrañado mucho, así que, hablando con Stephanie y Alicia me enteré un poco acerca de sus exs.

A ella no pareció importarle tanto el hecho de haber estado indagando un poco en su pasado.

-          Remi me dijo que Héctor era un idiota ¿Se pelearon o algo así?
-          Sí, se pelearon – me dijo – no podría decirte qué pasó exactamente, eso es cosa de Remi con él.
-          Bueno… - me resigné a seguir investigando por qué se llevaban tan mal.

La semana siguiente fue una muy divertida. Me gustaba el tiempo que pasaba con Adriana, me gustaba ella. Sentía que no había nada que podría separarnos.

Faltaba ya poco para terminar octubre y yo era muy feliz. Cerca de los últimos días, un domingo por la noche, estaba con Adriana en su casa, sentados en el sofá. Sus padres dormían y Remi no estaba.

Abrazaba a Adriana y mientras hablábamos comencé a sentir algo de frío. La abracé más fuerte pero el frío no paraba.

-          Qué raro… - le dije – Tengo frío.
-          Pero si todo está cerrado – Adriana miró alrededor – ni siquiera las ventanas están abiertas.
-          Ssshhh – la hice callar – escucha; suena algo desde la cocina.
-          ¡Mierda! – exclamó ella tras escuchar lo que parecía una sartén impactando contra el suelo – Tienes razón, Joseph. Empezó a hacer algo de frío – me dijo, muy asustada.
-          ¿Y eso qué…?
-          No lo sé.

Abracé a Adriana más fuerte, ella comenzó a temblar y, por un par de segundos, sentí la presencia de alguien justo a mi costado. Alguien me sopló al oído con un aliento frío. Adriana dejó de temblar.

-          Todo está bien – me dijo.
-          Qué… qué… qué demonios… - tartamudeé.
-          Tranquilo – me acarició la mejilla derecha – es mi abuelita.
-          ¿Abuelita?
-          Sí – sonrió – ha venido a visitarme y, al parecer, está feliz.
-          Nunca había sentido esto.

Casi salto del asiento cuando escuché, a lo lejos, un sonido agudo y algo extenso; el timbre había sonado.

Adriana me dijo, regresando de atender el intercomunicador, que iba a bajar un ratito. Le dije que le acompañaba pero me dijo que no. Me había quedado solo en la sala de la casa, mirando de un lado a otro, muy atento por si ocurría algo extraordinario como lo de hacía un par de minutos.

Unos diez minutos después, subió Adriana con la cabeza gacha.

-          ¿Qué pasó? – pregunté, sin levantarme del sofá.
-          Nada… Nada – respondió, con un aire de melancolía.
-          No puedes estar así por nada – me paré - ¿Te sientes bien?
-          No. Creo que me voy a enfermar otra vez.



Cuando la conocí, no sabía que los recuerdos importaban tanto