¿Quieres ser amigo de Joseph también?

¿Cuántas personas han visitado a Joseph?

¡Visita a Joseph en Facebook también!

Con la tecnología de Blogger.
viernes, 17 de junio de 2011
Mi ropa quedó arruinada al ponerle pegamento para poder adherir el algodón por todo mi alrededor. Tiré la túnica que se encontraba en el ropero muy cerca de la puerta y me quedé sentado en el suelo, a los pies de la cama, esperando la llegada de Karla Jiménez.

A los tres minutos llegó Karla y no sabía que pasaba.

-           Recuerde que una pastorcita debe, siempre, cuidar y perdonar a su borreguito, por más tonto que este sea – le dije.
-          Jo… ¿Joseph? No entiendo – dijo, algo confundida - ¿Qué es todo esto exactamente?
-          Es muy simple – dije, con una sonrisa en el rostro – Todo se puede con un poquito de amor.

Tras contarle la historia, le pedí que se ponga la túnica. Al principio rechazó la oferta pero tras escucharme balar decidió aceptar.

-          No importa lo que pase, pastorcita – me acerqué a ella, caminando como un borrego en cuatro patas, y comencé a sobar mi cuerpo con sus piernas – dentro de mí siempre habrá un borreguito que quiera estar al lado de la mejor pastorcita del mundo.
-          Borreguito…
-          Hace días que no me hablas y te extraño demasiado – miré hacia arriba, a sus ojos – me duele mucho.
-          Esa noticia… - susurró – Me chocó mucho… Cuando la escuché… Yo no sabía cómo…
-          Y quiero pedirle disculpas – le interrumpí – ahora me tienes aquí, a tus pies, lleno de algodón para ser, de verdad, el borreguito a tu cuidado que siempre quise ser.
-          Voy a extrañarte mucho...
-          Y si sólo dejas de hablarme – me atreví - ¿No me extrañarás? Aunque dejes de hablarme… Me iré. Sé que tampoco me he acercado a ti en estos días pero, si no lo hacía hoy, pienso, tal vez tú no lo harías y me iría sin poder despedirme de ti – tomé aire – Ahora, aunque sé que no durará más de un día, quiero que sea el más feliz de mi vida… A tu lado.
-          ¿Regresarás?
-          No puedo responder eso.

Hubo un silencio incómodo de casi 10 segundos, aunque, a mi parecer, se sintieron como 10 largas horas. Luego de un pequeño suspiro, Karla sonrió y me abrazó muy fuerte.

-          ¡Vamos a pasar el mejor día de nuestras vidas entonces! – gritó y, acto seguido, me estampó un beso muy sonoro.
-          Pastorcita yo…
-          ¡Oye! – dijo, emocionada – Hasta donde sé, este es el último día en el que podré verte. ¡Tenemos que hacer de él uno inolvidable!
-          Erhm… - titubeé – Yo…
-          ¡Sshh! – me calló – No digas nada que pueda arruinar el momento.

Me quedé callado y ella se quitó la túnica. Me agarró de las manos y dio un par de pequeños saltos, muy feliz.

Con una sonrisa, la cual ya extrañaba ver en su rostro, me cogió y jaló del brazo, saliendo de su habitación, escaleras abajo a toda velocidad y, ante la mirada de sus padres, quienes, podría apostar, se preguntaban por qué yo estaba con algodón pegado por todo el cuerpo, cruzamos la sala de su casa para salir a la calle. Intenté hablar a sus padres, pero ella se adelantó.

-          Regresando  - dijo, mirando a sus padres, quienes aún tenían un rostro de desconcierto total – les juro que les cuento todo.
-          Está bien… - dijeron ambos, aún sorprendidos.

Ya fuera, no nos decidíamos por algún sitio a visitar. Había tantos lugares para escoger y tan poco tiempo que, después de unos minutos, decidimos que no importaba el sitio ya que no existía nada más sublime que estar uno al lado del otro. Caminamos, entonces, sin rumbo, de la mano, muy enamorados. Nada podría arruinar nuestro momento pero, como suele pasar en situaciones tan especiales, siempre hay algo que merece ser mencionado.

-          Pastorcita… - susurré, acercando mi rostro al de ella.
-          ¿Dime? – preguntó, algo risueña.
-          Yo…
-          ¿Sí?
-          Quiero ir a cambiarme de ropa… El algodón está empezando a darme comezón.



Cuando la conocí, no sabía que la distancia significaba tanto

0 comentarios: