¿Quieres ser amigo de Joseph también?

¿Cuántas personas han visitado a Joseph?

¡Visita a Joseph en Facebook también!

Con la tecnología de Blogger.
viernes, 10 de junio de 2011
A la mañana siguiente me despertó una canción que venía desde fuera.

“Estas son las mañanitas ♪
Que cantaba el rey David ♪
A las mu… A los muchachos bonitos ♪
Y te las cantamos a ti ♪
Despierta Joseph, despierta ♪
Mira que ya amaneció ♪
Ya los pajaritos cantan ♪
La luna ya se metió ♪”

Me levanté de un brinco ya que, estaba seguro, entre las voces, una era la de Karla. Me apresuré a abrir las ventanas. En la acera de mi casa, a unos metros de la puerta, estaba, como lo había pensado, Karla, guitarra en mano, junto con unos amigos de mi escuela. Angelina, Marco, María y Zoila acompañaban. No podía creer que alguien, además de Karla, podría levantarse tan temprano para venir a verme y, sobre todo, a cantarme las mañanitas.

-          ¡Borreguito! – me gritó Karla, con una sonrisa inmensa – Ven, pues. Te extraño.
-          ¡Hey! Baja Joseph – animó Marco.
-          Sí, sí – dije, animado – ¡Voy volando!

Bajando las escaleras recordé el rostro de Karla. Lo de anoche no había sido un sueño, sin embargo ella estaba muy feliz como si nada hubiese pasado. Karla no es así, ella siempre ha sido muy preocupada por su borreguito. Eso sólo significaba que ella no pretendía mencionar nada de lo pasado hasta que me sienta capaz de contárselo. Ella, sin duda, no merecía un trato así. Debía contárselo, claro, pero debía encontrar antes el momento… Eso sí, no pasaría de hoy.

Mis amigos me saludaron por mi cumpleaños y, al final, Karla esperaba saludarme. Lo mejor del día, ella, sería para el final.

-          Joseph – dijo, muy contenta, teniendo en cuenta la experiencia de la noche anterior.
-          Pastorcita – respondí – estoy muy feliz de verte.
-          No iba a faltar al cumple de mi borreguito, pues.
-          Eres la mejor del mundo, pastorcita – le abracé, pensando en que debía decirle lo que ocultaba.

Era imposible que lo pasado la noche anterior fuese un sueño. Karla parecía no tener la mínima intención de mencionar el tema, lo que me hacía pensar en sí, después de todo, sería buena idea contarle la verdad en este momento. Pero antes quería seguir con este abrazo que, esperaba, sea eterno.

-          ¡Joseph! – exclamó Angelina, interrumpiendo mi abrazo.
-          ¿Qué pasa? – pregunté aún con Karla entre mis brazos.
-          Se les ve muy bien juntos – dijo.
-          Gracias – respondió Karla.
-          Tienes que aprovechar este cumpleaños de Joseph, eh – intervino Marco, hablándole a Karla
-          ¿Aprovechar? ¿Por qué? – ella me miró. Yo no sabía a qué se refería, así que sólo me encogí de hombros.
-          Pues Joseph se regresa al Perú en unos días, ¿Verdad?

Sólo hizo falta un pequeño comentario de dos segundos para destruir todo lo bonito que habíamos armado en medio año. Karla me soltó de un sólo tirón de sus brazos y su rostro reflejaba miedo mientras negaba con la cabeza de manera desesperada.

-          Karla… Karla… - susurré, pero era muy tarde. Ella estaba camino a su casa, dándome la espalda con lágrimas en los ojos.

Permanecí parado, mirando como Karla entraba a su casa. Detrás de mí, mis amigos estaban con el rostro desencajado. Se habían dado cuenta que habían metido, sin querer, la pata

-          Oye disculpa – me dijo Marco – pensé que ella lo sabía… Después de todo… es tu novia ¿No?

No pude responder. Estaba de espaldas a ellos mirando la puerta de la casa de Karla, ahora cerrada. Ella estaba, dentro y no volvería a salir. Mis amigos tocaron mi hombro, pero los ignoré. Sabía que estaba obrando mal al tratar así a ellos que vinieron a cantarme serenata en plena mañana, pero en ese momento no podía pensar, obviamente, en otra cosa que no sea mi amada.

-          Perdonen, chicos – les dije – no quiero ser una mala persona pero… - hice una pausa.
-          No te preocupes – dijo Zoila – tener problemas en tu propio cumpleaños debe ser horrible… Mejor entra a tu casa y descansa.
-          Gracias por no molestarse – agradecí, ante la mirada sonriente de mis amigos. Obviamente, aunque no sabían cómo me sentía, intentaron comprenderme.

Entré a mi casa y pasé el resto del día ahí. Mi padre intentó animarme con un pastel de cumpleaños, pero sólo logró un momento efímero de felicidad. Tras compartir un breve momento con él, volví a tirarme en mi cama. Hoy, siendo mi onomástico, sentí que yo no era yo.

Todo el día la pasé pensando en Karla. Inmóvil en mi cama me di cuenta que este, de lejos, había sido el peor cumpleaños.


Cuando la conocí, no sabía que la distancia significaba tanto

1 comentarios:

Alejandro Céspedes dijo...

Torta de cumpleaños a lo trekie.