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viernes, 2 de septiembre de 2011
Noviembre llegó a su fin y, junto con él, en su último sábado, Sol me daría una respuesta.

Los días previos a la respuesta no encontré a Sol conectada en el MSN, salvo por el viernes en la noche, pero esos días me sirvieron para poder aumentar de nivel en el Gunbound y para conocer mejor a Maggi; me comentó sobre su grupo de amigos, los cuales se hacían llamar “Los K-maradas”. Llegué a hablar, también, con un tal “K-marada Josh”; era muy buena gente también.

Cuando llegó el día en el cual vería a Sol estaba algo nervioso. No íbamos a tener mucho tiempo para conversar  ya que, se supone, para sus padres sólo iba a salir con Tania a hacer unas compras puntuales.

Me iba a encontrar con ella en un parque cerca a mi casa y, tras una pequeña plática me iba a responder por fin.

Salí, algo fastidiado por la tarde iluminada por un sol brillando y quemando en el cielo. Los días soleados no eran mis favoritos; siempre existe el peligro de sudar y cansarte. Además tu garganta puede pedir el líquido que no tienes disponible en ese momento… Definitivamente el verano no era mi estación favorita.

Una cabellera risada que llegaba hasta las rodillas de una chica que estaba de espaldas hacia mí me informó que Sol ya había llegado. Al menos no estaba tarde, supongo que no le había hecho esperar mucho.

Esquivando a la gente que paseaba por aquel parque con una virgen en el medio, llegué justo a su espalda. Le toqué el hombro derecho e inmediatamente moví mi humanidad hacia el lado contrario. Sol volteó y no vio a nadie, volteó hacia donde estaba yo y levanté los brazos, dando un pequeño salto.

-          ¡Boo! – grité.
-          ¡Tonto! – se tocó el pecho con la mano derecha - ¡Me has asustado!
-          Vamos… No es para tanto – reí.

Caminamos, dimos vueltas por las diferentes calles hablando de cualquier cosa mientras me achicharraba de calor. Parecía que hoy día tampoco iba a tener una respuesta de su parte.

Cuando pasaron unos quince minutos, Sol me dijo que tenía que verse con Tania para regresar a su casa. Yo estaba algo decepcionado ya que, aunque me divertí paseando y hablando con ella, esperaba una respuesta.

Tania estaba esperando en un cyber-café a unas cuantas cuadras del parque donde estábamos. Ya que Sol iba a estar conmigo, Tania se iba a aburrir, por lo que decidió ir a navegar por la red un rato.

Acompañé a Sol hacia el cyber-café donde esperaba Tania. Cuando llegamos a estar a pocos metros de la puerta no me resistí más y toqué el tema por el cual había estado inquieto toda la semana.

-          Oye, Sol – le toqué el hombro, parando en seco.
-          ¿Qué pasó? – frenó bruscamente.
-          No me has respondido
-          ¿Qué cosa? – preguntó, desviando la mirada.
-          Lo que te pregunté en el cine…
-          Aaahh… – abrió la boca – Eso…
-          Pues, sí – tomé sus manos entre las mías –. No importa cuál sea el resultado al final… pero quiero saber qué es lo que sientes. Yo simplemente…
-          Sí – me interrumpió –. Sí quiero ser tu novia.

Tania, al parecer, nos vio en la puerta del cyber, ya que se paró y caminó al mostrador para cancelar el tiempo que había estado.

No solté a Sol de las manos, la acerqué a mí y le besé la frente.

-          Te quiero Sol – le dije, dulcemente.
-          Yo… Yo a ti, Jo… Joseph – tartamudeó, muy roja por la pena
-          Ahí sale Tania. No les quito más tiempo.

Tania salió del cyber-café. Nos saludamos y, luego, las chicas aceleraron el paso dejándome solo.

Di media vuelta luego de ver bailar los rulos de Sol y comencé a caminar en dirección a mi casa algo fastidiado. Ya habría momento para celebraciones en mi hogar, pero por el momento estaba empezando a sudar gracias al irritable clima.


Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola

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