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viernes, 26 de agosto de 2011
Conversamos un poco y me di la oportunidad de pegarme a Sol. Era una chica muy simpática y agradable. Inspiraba algo de paz y se reía de mis chistes… Sin duda era una chica con la cual, a pesar de sus 12 años, no querría perder contacto nunca.

Al parecer la película por la cual habíamos venido ya había empezado, así que teníamos que colarnos a alguna otra sala para poder ver una película. Las chicas, según lo que dijeron, tenían permiso hasta las ocho de la noche, pero, tras un vistazo al reloj, nos dimos cuenta que ya eran casi las siete… Al parecer tendríamos problemas con la hora ya que las películas suelen durar hora y media o un par de horas.

Nos escabullimos sigilosamente tras un distraído empleado del cine para entrar en una sala elegida al azar. Estaban dando los trailers iniciales recién. Eso era bueno ya que una de nuestras preocupaciones era la posibilidad de entrar a alguna sala con la película ya comenzada y no entenderla para nada.

Avanzamos torpemente, los cuatro, por la oscuridad buscando asientos vacíos. Michael iba por delante, seguido por Tania. Yo iba detrás de la novia de Miguel y, con un poco de nervios, guiaba a Sol de la mano.

Tania vio unas butacas libres así que nos sentamos ahí. Obviamente Michael estaba al lado de su novia y yo, para el lado izquierdo de la parejita, al lado de Sol.

Nunca supe de qué trataba la película, ya que me la pasé hablando con Sol toda la duración de esta. Recuerdo que ella me había dicho, por MSN, que el día que la vea en la vida real, se me iban a quitar las ganas de conocerla, pero, muy por el contrario, ahora tenía muchísimas ganas de pasar más y más tiempo con ella.

Cuando volteaba a la derecha veía un paisaje algo extraño; Michael y Tania parecían un par de desconocidos… No hablaban, no se besaban, no intentaban hacer nada más que concentrarse en la película… Tal vez se habrán peleado.

Mi atención estaba dividida entre mi sorpresa de ver a una pareja algo más que fría y los encantos que brotaban de Sol. A veces intentaba, sin éxito, fijar mi vista en la pantalla gigante donde algunos actores hacían su trabajo.

Ya eran casi las nueve de la noche y los celulares, tanto de Tania como de Sol, prácticamente reventaban de llamadas. Felizmente ambos estaban en vibrador para evitar los abucheos e insultos de los cine-adictos que, a diferencia de mí, sabían, al menos, de qué trataba la película.

Ya más de un par de veces, la conversación que tenía con Sol fue interrumpida por las llamadas de su padre. Ella contestaba y decía que la película aún no terminaba, que espere un rato.

A mi izquierda pasaba lo mismo; Tania respondía las llamadas de, suponía yo, su padre, pero no parecía importarle ni a ella ni a Miguel, ya que rara vez les oí intercambiar palabras a lo largo de la película. Tal vez la película sí era interesante después de todo

-          Oye, Joseph – me dijo Sol, en voz baja, acercándose a mí.
-          Dime – respondí, feliz.
-          Mi papá está que me llama desde hace rato y creo que ya debo irme.
-          Si he visto que te ha estado llamando… Espero verte más seguido, Sol.

Sol se inclinó, sobre mí, en dirección a Tania.

-          Tania ¿Ya nos vamos?
-          Espérate – respondió, sin mirarle -. Al menos espera a que termine esta escena.

Sol regresó a su asiento y me miró con una cara algo confusa. La miré y le sonreí. Ella iba a hablarme pero su celular volvió a sonar una vez más.

-          Creo que es un mensaje de mi papá – me susurró.
-          Revísalo, pues – le respondí, sin quitar la sonrisa.

Sol revisó el mensaje y, casi instantáneamente, vi sus mejillas sonrojarse. Una línea fue dibujada por la sonrisa de sus labios y una pequeña risilla nerviosa me dio a entender que el mensaje que acababa de recibir le gustó mucho. Inmediatamente decidió responder.


Cuando la conocí, no sabía que ella se iba a sentir sola

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