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martes, 22 de marzo de 2011
Adela estaba muy feliz ahora que sabía que Danila me gustaba mucho, estaba emocionada por que sus dos mejores amigos tenían posibilidades de ser novios.

-          ¡Luci! Ella tiene que ser tu novia
-          ¿Eh…? Pero no se si yo le guste… – le respondí; Danila me gustaba demasiado pero tenía miedo de decírselo.
-          ¡Claro que si! Siempre me pregunta por ti, dice que eres lindo.
-          Me da cosita decirle… Pero si me gustaría mucho estar con ella…
-          Mis dos mejores amigos estarán juntos… ¡Que genial!

Desde ese día Adela fue una especie de “Cupido”. Según algunos compañeros del colegio, Adela estaba loca por mí, pero eso no tenía ningún sentido… Si estuviese enamorada de mí… ¿Por qué querría que yo esté con Danila? ¿Por qué, incluso, nos ayudaría a estar juntos? Los enjambres mentales empezaban a relucir, como siempre.

Tres días antes del cumpleaños de Adela, Danila y yo nos vimos por primera vez solos. Seleccionamos un regalo en una tienda de curiosidades para dárselo por parte de ambos; ese ya era un paso adelante en mi “conquista” ¿No?

Un día antes del cumpleaños de Adela, Danila y yo nos reunimos en mi casa para prepararle un pastel a la cumpleañera, juntos. Jugueteamos con la masa antes de hornearla en mi cocina. Me había divertido muchísimo haciendo un pastel. Ese día fue el que me hizo tomar una decisión: Hoy día le diré a Danila que sea mi novia.

No pude, tenía miedo.

-          ¡Feliz cumpleaños! – dijimos Danila y yo al unísono tras llevarle el pastel a Adela.
-          ¡Hey! – se sorprendió ella – No tenían que hacerlo. Gracias Dani, gracias Luci.
-           Es lo mínimo que podemos hacer por nuestra mejor amiga – dije.
-          Y por la chica que nos unió – añadió Danila.
-          ¿Que los unió? – preguntó Adela.
-          Y será para siempre, chica – respondió Danila, encendiendo las velitas del pastel.

El día anterior al cumpleaños de Adela, mientras me torturaba la decisión de preguntarle a Danila si quería ser mi novia o no, ella me dijo que se sentía muy bien conmigo y que lo mejor era que ambos éramos amigos de Adelita. Pasó su dedo con masa de pastel por mi frente. Finalizó eso con un abrazo muy cálido y, al menos eso me pareció a mí, un rose de mejillas que invitaba al beso.

Aparté mis brazos de ella y me alejé.

-          Disculpa, - me dijo, algo avergonzada – no quería incomodarte.
-          N… No… No… P…Para…Para nada… - Me trabé conmigo mismo, como de costumbre – Yo… Yo solo quería…
-          Sabía que no debí haber hecho eso – agachó la mirada.
-          Pero… - le dije, mientras levantaba su rostro con mis manos – Tú me encantas… Quiero que seas mi novia. Me daba miedo preguntarte… No quería que me rechaces.
-          Pero… ¿Por qué te alejaste entonces? – Preguntó jugueteando con su cabello.
-          Tenía muchas ganas de besarte… No quería que me rechaces tras intentarlo. – respondí, con su rostro aún entre mis palmas.
-          Era una invitación al beso.
-          ¿Aún está disponible esa invitación?
-          Siempre que quieras. – me miró fijamente.
-          ¿Quieres ser mi novia?
-          Sí. Claro que sí, Joseph. – dijo, muy feliz, mientras comía un poco de masa que había en un tazón sobre la mesa.

Tras dos segundos de quedar completamente hipnotizado por su mirada profunda y su sonrisa angelical, acerqué mi rostro, lentamente, al de ella y, cerrando los ojos, descubrí algo que era nuevo para mí. Mi primer beso había llegado, y tenía sabor a masa de pastel.


Cuando la conocí, no sabía que iba a lamentar una partida

2 comentarios:

Alejandro Céspedes dijo...

El trabajo de unir parejas suele ser divertido.

Me alegra que el primer beso de Joseph haya sido tan curiosamente romántico.

Azu dijo...

Me hace recordar a un "primer beso" con un peluche de conejo en la mano.