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domingo, 13 de marzo de 2011
El Joseph que estaba en el colegio antes de sentir la lluvia hubiese partido en llanto al sentir tal humillación. El nuevo Joseph no iba a ser afectado por eso, o al menos eso pensaba él; no sabía si estaba siendo firme y podía superar esto fácilmente, o si las gotas de lluvia que corrían por su rostro disimulaban las primeras lágrimas que brotaban desde sus cuencas. Miré a los alumnos que estaban en frente mío, aún me observaban. No sabía a cuanta gente había atraído, así que volteé la vista a la derecha.

La imagen de chico orgulloso que tenía se desmoronó como una gran montaña de naipes. Pude ver a Estela dando media vuelta para irse; ahora comprendía este clima. La lluvia no era señal de cambio radical, de lo tranquilo a lo rebelde. El cielo estaba llorando por que sabía la idiotez que iba a cometer.

Miré hacia la izquierda. Serge caminaba hacia mí con un gesto de total desaprobación, no era para menos. Los curiosos decidieron irse al notar que el espectáculo había acabado, supongo que sentían que mojarse por un par de minutos valía la pena después de lo observado.

-          ¿Qué he hecho? – le pregunté a Serge, esperanzado en que me de una solución.
-          Hasta donde se, – dijo – algo muy estúpido.
-          Estela tampoco querrá saber nada de mí…
-          Vio y escuchó todo, pues.
-          Nunca más me hablará… ¿Verdad?
-          No se si sea lo mejor decirte esto pero… – tomó aire para continuar – Ella pensaba decirte que sí.
-          ¿Cómo lo sabes?
-          Me lo comentó… Ella sabía que todo era un plan de Samantha y Vania. Claro, le chocó bastante todo el asunto, así que decidió consultar con alguien que te conoce para saber como te sentías. Como soy tu mejor amigo, me lo contó antes que a nadie. Le dije que aún querías estar con ella, siempre me lo repetías… – me miró como pidiendo disculpas –  No te comenté esto por que no sabía que ibas a actuar de esta manera tan tarada.
-          Bueno, – dije, con algo de resignación – ya he llorado demasiado estos días como para seguir. – sonreí – Además, el cielo ya lo está haciendo por mí – Serge me miró confundido –.  Que esto me sirva para crecer ¿Recuerdas cuando Marco y yo te dijimos que a Violeta le gustabas y tú no quisiste hacer nada aunque también morías por ella?
-          ¡Jo! No me lo recuerdes. – dijo, sobándose la cabeza. – todos tenemos nuestros minutos de estupidez… Supongo
-          Tal vez aún estamos muy chicos para poder afrontar cosas como esas. Vamos a mi casa a jugar en la PC, he conseguido un juego genial.
-          Habrá que darnos prisa, ya que la lluvia, al parecer, no tiene cuando parar.

El resto del viernes la pasé con mi mejor amigo machucando botones en el Joypad como un par de locos.

Mucha gente dejó de hablarme durante el resto del año luego de aquel incidente bajo la lluvia. Samantha y Vania tampoco me dirigieron la palabra. Estela muchísimo menos. 



Final del primer capítulo


Cuando la conocí, no sabía que iba a lamentar una partida

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