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viernes, 13 de septiembre de 2013
— ¿Segura…?
— Sí – respondió Sol – Quiero que, al menos, ella te conozca bien.
— Bueno… si crees que es lo mejor…
Sol
me contaba que sus padres tenían grandes problemas. Hacía años que discutían y
gritaban, pero era la primera vez que su padre había decidido irse de la casa.
Sol pensaba que yo era un chico divertido y quería que su madre se la
oportunidad de conocerme mejor para que le anime. Eso sí, para ella sólo sería
un buen amigo de su hija. Sinceramente no me gustaba mucho el plan... pero si
resultaba, mi relación con Sol daría una vuelta de 360 grados. Mejoraría
infinitamente.
**Tu-tu-tuuu**
— ¿Qué fue eso? – preguntó ella.
— Mi celular – respondí – Es un mensaje de texto.
Revisé
el mensaje. Era de Maggi; me saludaba y ccontaba que había ido a ver informes
sobre una universidad. Como ella era un año mayor que yo, ya había terminado el
colegio y estaba en busca de una universidad. Sol se puso un poco incómoda.
Al
día siguiente, fui a visitar a Maggi. Le conté que Sol quería que conozca a su madre.
— ¿No te odiaba? - preguntó.
— Se supone que sí... Aún no estoy mu seguro de cómo resultará todo.
— Suerte, eh.
Cuando el día de conocer a la madre de Sol llegó, yo estaba hecho una sopa gracias al sudor; los
nervios me traicionaban.
Encontré a Sol a un par de cuadras de su casa. Vimos unas aves picotear,
desesperadas, un pedazo de pan en el suelo y, minutos más tarde, estábamos
parados frente a la puerta del departamento donde vivía mi novia, en el tercer
piso de un edificio. Yo temblaba. Aunque ya lo hacía desde antes, recién lo noté.
Estaba
nervioso... pero listo; el día anterior, Maggi me había ayudado a crear lo que
habíamos bautizado como “Manual Original Cuidadosamente Organizado para
Suegras”, o, por sus siglas, M.O.C.O.S. Lo habíamos titulado así ya que era un
manual creado sólo por nosotros dos, así que era una idea original, pero,
claro, lo organizamos cuidadosamente para no perder ningún detalle que pueda
agradarle a la madre de tu enamorada.
Tenía
listo un repertorio de respuestas y de posibles temas de conversación que, creo
yo, ningún chico de mi edad tendría. Aun así, me sentía muy inseguro… No quería
malograr el encuentro con la madre de Sol, pero para mi desgracia no existía
“Pautas para Evitar Nervios Anormales(o
P.E.N.A.).
— M.O.C.O.S… M.O.C.O.S. – repetía en voz baja mientras entraba a la casa
de Sol.
— ¿Mocos? – repitió Sol.
— Sí… Para agradarle a tu madre debo recordar M.O.C.O.S.
— No entiendo…
Le
hubiese explicado a Sol qué significaba M.O.C.O.S., pero su madre salió a saludarnos
cuando ambos habíamos entrado a la sala.
— Buenas tardes – dijo ella, un poco seca.
— Buenas tardes… erhm… - titubeé. Era el principio de mi encuentro.
— Hola, mami – me cortó Sol.
— Eeehh… - Guardé silencio un segundo para organizar mis ideas – Buenas
tardes, señora…
La
madre de Sol era muy joven, no parecía superar los treinta años. Después de
saludarnos, salió de la sala sin dirigirnos una sola palabra.
Sol
corrió y se sentó en un sofá marrón que se veía cómodo. Caminé, pasé una mesa
grande madera y me senté en el sofá al lado de Sol. Hablamos…
Jugamos
con algunas revistas que había por ahí… sí, jugamos con las revistas. No las leímos; nos la tirábamos y las estampábamos en la cara del otro.
Charlamos
de cosas divertidas…
Nos
besamos…
Yo
estaba muy feliz, pero había algo que no me cuadraba; Sol me había traído a su
casa para que me ría con su madre. Pero después del saludo, ella entró a la
casa y no se supo más de ella hasta mucho más adelante.
Cuando la conocí, no sabía que ella iba a sentirse sola
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