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lunes, 30 de mayo de 2011
No era posible que esto me pase. No era justo, no era justo, no era justo. ¿Qué tendría que hacer para que todo cambie? No odio a mi padre, no era su culpa, así haya sido él el emisario de la tragedia pues, aunque él no lo haya querido, era algo inevitable. Muy en el fondo de mí, sabía que esto pasaría pero, por ser tan débil, lo oculté. Tendría, entonces, que tragarme el miedo y afrontar las cosas como el hombre que soy. Sabía que esto no sólo me destruiría a mí, pero era necesario antes que sea más tarde.

Cuando se lo conté a Serge por el msn, él tampoco estaba seguro de la solución pero, al menos, era de gran ayuda ya que podía desfogarme con alguien totalmente externo al problema.

Joseph Villalta dice:
Y no sé que hacer…
Serge dice:
Sí que es algo complicado… ¿Por qué no hablaste antes? X.x
Joseph Villalta dice:
No sé… u.u
Serge dice:
¿Y no puedes hacer nada?
Joseph Villalta dice:
No creo…
Serge dice:
¡Pucha! Vas a tener que hablarlo cara a cara. No hay de otra
Joseph Villalta dice:
Lo peor es que me siento como un gran mentiroso =(
Serge dice:
No es tu culpa, tío… Uno no puede controlar eso a veces.
Joseph Villalta dice:
Yo debí haberlo controlado desde un principio
Serge dice:
¿Y qué haces lamentándolo ahorita? No debes llorar sobre la leche derramada, tío… Si no has hecho nada inteligente hasta este momento, pues… Ya es hora ¿No? ¡Mejor tarde que nunca! (Y)
Joseph Villalta dice:
Estás muy refranero hoy día…
Serge dice:
Jejeje…

Entonces debía poner en marcha lo que había decidido. Las cosas que no se solucionan de raíz, no tienen porque ser insolucionables después. Al día siguiente de mi conversación con Serge, estaba con Karla en una plaza frente a una iglesia gigante, había llegado el momento decisivo.

-          Oye… Pastorcita… - dudé.
-          ¿Sí?
-          Yo…
-          Dime – dijo, serena.
-          No, no… No es nada – suspiré, demostrando con obviedad que algo me torturaba.
-          ¿Tiene que ver con tus repentinos ataques en la madrugada? – tanteó.
-          Sí… Sí… - me atreví a decir.
-          ¿Ha vuelto a pasar?
-          No…
-          ¿Entonces?
-          O sea… Sï… - mentí – Otra vez tengo eso.
-          ¿Aún no sabes la razón?
-          Pues… - pensé en que podría inventar – yo… - dije.
-          ¿Es algo muy malo?
-          No sé…
-          No des más rodeos, borreguito – me tomó de las manos – si no me quieres contar simplemente no lo hagas – sonrió.
-          No es eso, pastorcita – ahora tendría un cargo de consciencia por mentirle – lo que pasa es que reprobé una materia en la escuela – mentí, muy descaradamente.
-          ¡Aish borreguito! – dijo, dejando de estar preocupada - ¡No es para tanto! Aunque… ¿Ahora tendrá que ir a la escuela en verano? – tomó un tono para regañarme con ternura - ¡Eso le pasa por no estudiar!

Me abrazó muy fuerte, diciendo que no era algo tan malo como para no querer contarlo, muchas personas que ella conocía habían llevado verano para nivelar algún curso reprobado en el año escolar.

Una lágrima corrió, presurosa, por mi mejilla mientras recostaba mi cabeza en su hombro al momento de abrazarnos. No me sentía bien mintiéndole, pero me tragué los sollozos para que no se de cuenta de mi sufrir.

Mi año escolar había terminado muy bien, no había reprobado ninguna materia. Pero no le había podido decir que, ahora que había terminado el cuarto año de secundaria, iba a regresar al Perú ya que mi vida, junto con la de mi familia, estaba ahí. La promesa que le hice diciendo que nunca nos separaremos, por segunda vez, se rompió.


Cuando la conocí, no sabía que la distancia significaba tanto

1 comentarios:

Alejandro Céspedes dijo...

La ortografía en el msn me sorprende tanto.

Las promesas suelen romperse... incluso las eternas.