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miércoles, 27 de abril de 2011
El beso de mi traición fue muy diferente a los que había recibido por parte de Danila; era un beso salvaje y lleno de deseo en el cual yo era dominado, desde mis labios, en cuerpo y espíritu.

El silencio me dominó al notar que había hecho mal y, mientras lloraba internamente, otro beso fue estampado en mis labios.

-          No te sientas mal – me susurró al oído después de varios besos que, intuyo, ella me daba para reanimarme al ver que había quedado en shock – Ya lo has hecho una vez, dos veces, tres y más… Pienses como pienses ahorita… Un beso más no empeoraría las cosas.

Una hoja cayó sobre mi cuello. Ella la quitó al darse la vuelta haciendo que, esta vez, su cuerpo quedara sobre el mío. Estábamos enrollados en un laberinto de brazos y piernas dando vueltas en el pasto de aquel parque. Después de todo, pensé, un beso más no me condenaba a algo peor… Muy dentro de mí sabía que no hacía lo correcto, puesto que yo amaba a Danila… Pero necesitaba sentirle ahora más que nunca y no podía. Sandra estaba dispuesta a hacerme sentir esos cálidos, aunque dominantes, besos que no podía recibir de mi novia.

-          ¡Oigan! ¡¿Qué creen que hacen?! – nos gritaba un guardia ante la atónita mirada que teníamos tanto Sara como yo – ¡Si quieren hacer cochinadas váyanse a otro lado!
-          ¡Sí! – respondió Sandra – Ya… Ya nos íbamos – le dijo, algo nerviosa, al guardia mientras me jalaba de la mano y hacía que me mueva con esas piernas que a las justas y reaccionaban. – Di… Dis… Disculpe.

Cuando estuvimos a un par de cuadras del parque, Sandra echó un par de carcajadas al ver que yo todavía estaba muy nervioso. Me sugirió que, para que no existiese otra vez un problema similar, le acompañe a su casa ya que sus padres no estaban y regresarían al día siguiente por la tarde. Pensé en que si íbamos a su casa los besos serían más que abrumadores.

Pensaba en si debía o no acompañar a Sandra a su casa mientras caminaba por las calles a su lado… Tal vez no sería buena idea acomp…

-          Llegamos, corazón – me dijo una muy animada Sandra metiendo la llave que había sacado de su bolsillo en la cerradura de la puerta que teníamos en frente.
-          Ah… Yo… – titubeé al darme cuenta que ella ya estaba dentro de la casa invitándome a pasar.

Tal vez sólo me quede a conversar un rato y si hay algún beso tendré que soportarlo. Luego sólo tendría que inventar una excusa e irme de ahí. Nunca había pasado tanto tiempo junto a Sandra y, si bien no era una persona desagradable como yo lo había pensado, no sabía si en ese momento era lo mejor.

-          Es… Muy… ricooouu… ¡Hip! – le dije entre risas a una Sandra que se veía, por mucho, más sobria que yo.
-          Y no sabes lo que sigue, nene – me dijo, guiando mi mano con las suyas para recorrer su cintura mientras me besaba.
-          No… No… - tartamudeé al estar tocando su cintura – No se si… ¡Uy!… Que blandito – dije, tocando sus muslos y mordiéndole los labios.

Copas más y estábamos en su cama sentados brindando todavía por dios sabe que. Muchas copas más y ella estaba sobre mí, arañando mi torso desnudo mientras lamía con sus pechos mi vientre y besaba mi cuello.

Aún, desnudos, seguíamos tomando hasta que, casi sin consciencia, rodamos por la cama mezclando sudor y babitas que ni ella ni yo controlábamos. Ella se aferraba a mí y yo enrollaba mis piernas y brazos en los de ella.

Una babita más y un par de gotas de sudor en mi pecho pudieron ser los presentadores de mi primera vez. Al ver esos hipnóticos ojos y su cara de placer, tras un beso en el cual aún no podía mandar yo, el viento sopló fuerte en aquella ventana entreabierta y la puerta se azotó. Ella y yo, con las cortinas revoloteando como testigos junto a la pálida luz de la luna que entraba por la ventana, pasamos a formar una sola persona.

Nunca supe exactamente como empezó ni como terminó. A la mañana siguiente la cabeza me daba vueltas y, al ver a Sandra durmiendo a mi lado sin nada más que una sábana cubriendo su cuerpo, me sentí el ser más miserable del mundo. Había traicionado a la chica por quien, sentía, podía dar todo en esta vida.

Siempre supe que Sandra era una persona en la cual nunca podría confiar. Después de varios días luego del incidente, me di cuenta que ella, de la noche a la mañana, perdió el interés en mí. No me llamaba ni me buscaba. Había sido usado para ser sólo un juego.

Merecido. Muy merecido.

Después de mucho meditarlo, le conté a Danila lo ocurrido y ella terminó conmigo.

                  Merecido. Muy merecido.

El tiempo pasó y mi mejor amiga dejó de hablarme ya que en secreto estaba enamorada de mí. Mi actitud la había decepcionado.

                                         Merecido. Muy merecido.

Las vacaciones de medio año llegaron y pasaron sin hacerse notar. Volví a tener contacto con las dos chicas más importantes en mi vida, pero las cosas no eran las mismas… Terminé siendo “un amigo más”.

                                                                 Merecido. Muy merecido.

Empezaron las clases después de las vacaciones de medio año. Por un momento, aquella noche, pensé que le importaba y que ella intentaría ayudarme para no caer en depresión. Esa chica me mintió y yo, guiado sólo por el instinto, traicioné lo más importante. Sandra desapareció para siempre. Yo había sido sólo un juego.

                                                                                        Merecido. Muy merecido.


Fin del tercer capitulo

Cuando la conocí, no sabía que la distancia significaba tanto

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Insisto: era necesario ponerlo? x)