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viernes, 1 de abril de 2011
Las semifinales del campeonato de Basket terminaron con una lucha entre Piero y un jugador de otro colegio. Íbamos perdiendo por un punto. Faltando sólo 5 segundos Piero hace una finta para engañar al rival, yo estaba libre por delante y Sebastián me daba apoyo. La finta de Piero engañó al rival pero no al sujeto que marcaba a Sebastián.

Piero me lanzó la pelota pero el sujeto que marcaba a Sebastián lo notó y arremetió contra mí, costándole a su equipo una penalización de tres tiros por parte mía.

Faltaban cuatro segundos para terminar el partido y yo tenía tres oportunidades para encestar. Lancé la pelota desde la línea de castigo y, en un tiro perfecto, encesté sin problemas, con sólo un punto más ganaríamos.

Mi segundo tiro fue, por mucho, muy terrible; la pelota tocó el tablero y rebotó lejos. Sólo me quedaba una oportunidad, si encestaba era más que seguro que ganaríamos, en 4 segundos, nuestros enemigos, no iban a poder cruzar todo el campo y encestar.

Fallé, pero no todo estaba perdido. Piero, quien siempre había sido la estrella, no iba a ser menos en estos escasos segundos y dio un salto que, posiblemente, no volverá a repetir nunca, para coger la pelota en el aire y encestar faltando sólo dos segundos para terminar el partido ¡Habíamos clasificado a la final!

Todo fue tensión el día de la final, tensión para el equipo por que nuestro rival era duro y, lo que más me preocupaba, tensión para mí, ya que no había visto a Danila llegar; Adela estaba sola en la tribuna y siempre había venido con mi novia, ya que su hermana ya no venía por algún motivo que no conocía.

-          ¡Demonios, Joseph! ¡No te distraigas! – el entrenador me gritó tras pedir tiempo al ver que estaba jugando fatal.
-          Disculpe… - susurré – Es que es la final… - Dije, pero sabiendo en mi cerebro que estaba así por que no veía señales de Danila por ningún lado.

Mi juego tras terminar el tiempo pedido por el entrenador fue, si bien no peor, casi idéntico a mi mala actuación anterior. No podía evitar ver el espacio vacío al lado de Adela; Danila sabía que el día de la final era el más importante ¿Por qué no estaba ahí? ¿Le habrá pasado algo en el camino? ¿Por qué Adela no me dijo nada? Mis incógnitas mentales fueron interrumpidas porque el balón naranja de basket me hizo vibrar la cabeza tras estrellarse contra mi cráneo mientras alguien gritaba “Joseph, ¡Despierta!”. Caí al suelo por el golpe.

Tras poder concentrarme en algo que no sea el dolor, lo primero que pude ver fue el rostro de desaprobación total por parte del entrenador al abrir los ojos en la banca. Lo segundo que pude notar, casi al instante, fueron sus labios moviéndose violentamente.

-          ¡Joseph! ¡Joseph! ¡Demonios, Joseph! ¡Jugabas horrible! – Me gritó mientras agitaba un papel en una tabla – He metido a Igor en tu reemplazo, puedo volver a meterte… Yo tengo fe en ti. – atinó el entrenador – Pero si sigues así… No voy a querer que juegues este partido tan importante
-          No… No voy a volver a entrar – le respondí sin mirarle ya que mi vista estaba fija en el asiento vacío al lado de Adela – Los nervios me han traicionado, sería lo mismo – Yo sabía que si bien el rival era complicado, con una buena labor de equipo podríamos ganar, pero no podía concentrarme en el juego.
-          ¡¿Estas loco?! ¡Eres de los mejores del equipo! Si dejas este partido, dejarás el equipo – amenazó.
-          Tendré que asumir el castigo de mis actos, entrenador.
-          ¿Tanto te traicionan los nervios?
-          No quiero hablar de eso… Me voy – respondí tajante y caminé en dirección a la tribuna, al lado de Adela.
-          ¡Si eso es lo que quieres entonces estás fuera! ¡Fuera del equipo! – me gritó, pero su voz se perdió entre la bulla de la tribuna. – ¡Te arrepentirás, Joseph!

Ya no me importaba el resultado del partido, ni siquiera el equipo; sólo quería saber por que Danila no había venido a verme hoy día. Adela me diría la razón.


Cuando la conocí, no sabía que iba a lamentar una partida

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