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lunes, 18 de abril de 2011
-          ¿No quieres venir a hacer cositas conmigo, nene?

Era la tercera vez en la semana en la que Sandra llamaba mi atención en el patio de recreo. Yo ya le había dicho que no quería nada con ella. A más de uno de mis amigos del salón le gustaría poder estar con una chica que cursaba el último año en el colegio, pero, con mis 14 años, yo tenía una novia perfecta con la cual me sentía pleno al 100%: Danila

-          Joseph, cuidado… – me susurraba Serge a la hora de la salida – La de la mochila azul.

Cada vez que Serge me avisaba sobre “la de la mochila azul” yo ya sabía que Sandra, quien cargaba siempre una mochila azul muy pequeña para llevar sus útiles, se acercaba hacia donde yo estaba. Esperaba que en algún momento en el que Serge me avise sobre la chica de la mochila azul, yo pudiera pensar lo suficientemente rápido para inventar una excusa e irme o, al menos, que ella siga de frente y mi pesadilla termine. Pero no había vez en la que eso pasara y siempre, a mi pesar, la situación incómoda llegaba.

-          ¡Mi amor! – me dijo mientras me rascaba la cabeza por detrás.
-          No soy tu amor – le dije, haciendo mi cabeza hacia un lado.
-          Pero, Joseph… - dijo fingiendo una cara de tristeza – Tú sabes que yo te amo.
-          ¡Eso es mentira! – grité – Sabes muy bien que yo tengo una novia, que se llama Danila ¡Y que la amo con todo mi corazón!

Diálogos como este eran repetidos casi a diario pero yo intentaba ignorarlos. Sandra, una chica que este año terminaba el colegio, era muy insistente en sus acosos pero nunca le hice caso. Después de todo, terminando este año yo pasaba a tercero de secundaria y, ya que ella terminaba, no le iba a ver nunca más, por lo que mis problemas de acoso terminarían.

La relación que yo tenía con Danila era más que perfecta y nadie, mucho menos “la de la mochila azul”, la iba a arruinar. Los días se me hacían cortos para estar con Danila y, aunque las intervenciones de Sandra eran más que frecuentes, sentía que la chica de quinto año cada día me molestaba menos; como decían Adela y Serge: “La fuerza del amor puede más”. Eso, pensaba en ese momento, era más que cierto.

El año escolar terminó, segundo de secundaría sería un historial más en mi vida. Sandra terminaba el colegio y se iba para siempre. Para mi pesar, unos días después, una semana antes de navidad, “La fuerza del amor” se acabó ya que, tras despertar enyesado en una clínica, me di cuenta que me había quedado sin la compañía de mi novia.

El verano siguió su curso y, por algunos azares del destino, pude volver a ser novio de Danila, aunque a la distancia, ya que ella estaba en Puerto Montt, Chile, y yo en Lima, Perú.

Terminando el verano las clases empezaron otra vez y yo me sentía muy vacío. Era muy feliz con Danila, pero cuando la necesitaba nunca iba a estar ahí, tenía que esperar a teclear frente a una pantalla para poder sentirle cerca otra vez. Por otro lado, y para hacerme sentir peor, Miguel y Katherine, dos amigos de mi aula, eran novios y todas las miradas, junto con la atención, eran sólo para ellos.

¿Qué tenía de increíble que sean novios? Yo tenía mi novia… Y nadie me hacía tantas preguntas ni se armaba un alboroto semejante al de la parejita del salón. Danila sabía que eso no tenía nada de impresionante, y para confirmarlo se lo iba a preguntar… Cuando me conecte al MSN… Si es que ella estaba conectada, claro.

Los días ya no eran tan felices como los del año pasado. Si bien Adela y Serge hacían que no cayera en la depresión total, a veces me deprimía ya que extrañaba a Danila.

En mayo, como todos los años, fui a la kermés del colegio con el permiso de quedarme a dormir en la casa de un amigo. La mayor parte de la noche la pasé con Adela comiendo y hablando. Cuando ella se fue no sabía que hacer, puesto que Serge no había ido al colegio.

Decidí ir a ver el concierto que presentaban en el patio principal  y, entonces, deseé tanto que Serge estuviese conmigo para que me dijera “La de la mochila azul”.


Cuando la conocí, no sabía que iba a odiar la primera vez

2 comentarios:

Johanna dijo...

Jospeh hubiera denunciado a esa pervertida maniatica sexual jeropa mujer cavernicola mutante del espacio.

Alejandro Céspedes dijo...

Me pregunto si tendrá ojitos dormilones.