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viernes, 12 de diciembre de 2014
Entré a la
universidad.
Sí. No fue muy
complicado. Mis padres me preguntaron qué deseaba estudiar… les dije que quería
estudiar teatro; vivir de las tablas era algo que me había planteado luego de
abandonar la idea de la medicina forense. La respuesta de mis progenitores fue
«¿Acaso quieres morirte de hambre?»… fue peor cuando les dije que quería
estudiar literatura.
Con los días
pensaba… ¿Qué me gustaba hacer, entonces? ¡Fácil! Estar en la computadora todo
el día.
Listo. Ingeniería
de computación y sistemas…. Grave error.
El primer día de
clases fue malo; tuve que despertar poco antes de las seis de la madrugada,
para poder salir antes de las siete y tomar un micro tan inmenso como lleno para
poder llegar antes de las 8… ¿así serían todos los días por cinco años? Terminaría
por cansarme…
Y yo que pensaba
que no volvería a despertarme temprano para ir a estudiar.
La primera vez que
entré a mi universidad, en el distrito de La Molina, me perdí; mi último
colegio era enano en comparación a mi colegio anterior… ¡Y ese colegio era un
pigmeo a comparación de la universidad!
El salón era
escalonado y muy largo. Parecía tener la capacidad de albergar a más de cien
almas.
La pizarra del frente era inmensísima y los alumnos sentados en las
mesas largas eran variopintos. En el colegio, uno se ponía un uniforme, pero
ahora cada alumno podía expresar su existir mediante su forma de vestir; desde
chicas vestidas como para ir a un matrimonio, hasta tipos que se vestían peor a
mi «yo» cuando regresé de México. Por mi parte, vestía un polo genérico color
negro y unos jeans sin ningún chiste.
Mi primera clase
era geometría analítica con el profesor Gamarra… se escuchaba muy de ingeniero.
Con el tiempo, el curso se convertiría en mi némesis.
|-V3RU-| dice:
cmo le fue a mi novio universitario en su primer dia?
cmo le fue a mi novio universitario en su primer dia?
ChOkObO dice:
muy bn!
en mi salón ay muxa gente
muy bn!
en mi salón ay muxa gente
|-V3RU-| dice:
yo te he extrañado tooodo el diaaa…
en la escuela me puse a dibujar corazoncitos d nosotros
en clase jijiji
yo te he extrañado tooodo el diaaa…
en la escuela me puse a dibujar corazoncitos d nosotros
en clase jijiji
ChOkObO dice:
*-*
mañana hare esooooo
k toda la universidad sepa k estoy con la xika mas bonita del mundo *-*
*-*
mañana hare esooooo
k toda la universidad sepa k estoy con la xika mas bonita del mundo *-*
|-V3RU-| dice:
aaawww *-*
amooooooooorrrr
aaawww *-*
amooooooooorrrr
ChOkObO dice:
si mi amoooor? *-*
si mi amoooor? *-*
|-V3RU-| dice:
ponemos cam?
ponemos cam?
ChOkObO dice:
claro gatita =K
claro gatita =K
Al cuarto día tuve
que ir con ropa deportiva… tenía clase de básquet en el polideportivo de la
universidad. Me había metido al taller para recordar viejos tiempos; aunque no
había jugado desde que me botaron del equipo de mi colegio cuando tenía 14 años,
aún sentía cierto cariño por rebotar la pelota.
—
¡No se detengan! —gritaba el profesor tras
hacer sonar su silbato— ¡O darán cinco vueltas más!
No recordaba que
mi condición física se había menguado tanto desde que correr de un lado a otro
como un demente era algo tan normal como respirar.
Al menos estaba
mucho mejor que otros; varios tenían que hacer pausas largas para tomar aire… por
la boca… cosa que es muy estúpido, para ser sinceros.
Al menos yo no
había parado después de las treinta y tres vueltas a la cancha. Sólo faltaban
dos más.
—
¡Darán cinco más! —escupió el profesor—
¡No es posible que se acuesten en el suelo a mitad del ejercicio!
Empecé a odiar al
profesor y sus estúpidos dientes superdesarrollados. Sí, me gustaba el básquet,
pero coño, ¡Yo quería ser ingeniero!
Vale, mi odio
también lo compartía con aquellos desgraciados que se desparramaron en la loza
para no volver a moverse.
—
¡Ahora formen parejas para un ejercicio
con pelota! —ordenó el dientón.
Parejas… y yo sin
conocer a nadie.
Casi todos ya
estaban emparejados para cuando me decidí a buscar a alguien… sólo quedaban
gorditos y uno que otro con pinta de trasgo purulento.
—
Oye, ¿hacemos pareja? —dijo una voz detrás
de mí, luego me tocó el hombro. Me pregunté qué clase de estropajo humano
estaría a mis espaldas.
—
Oh, claro —respondí. Parecía un sujeto
normal, de mi tamaño y contextura. Jadeaba un poco, pero no parecía un alma en
pena—. Chapa una pelota para ponernos en la fila.
El ejercicio era
el típico juego de pases al pecho mientras corríamos. Me pregunté cuántos
morirían con el ejercicio.
Yo me sentía muy
cansado; el polo que tenía se me pegaba al cuerpo y los ojos me ardían por la
acidez del sudor que caía desde mi frente, pero no iba a dejar que la
prepotencia del profesor sea más que yo. No es que yo sea la persona más
competitiva del mundo… sólo odiaba sus estúpidos dientes gigantes.
—
¡Suave! ¡No a la cara! —me gritó el chico
con el que hacía el ejercicio.
A varios metros de
nosotros, el profesor le gritaba a un despojo de persona que reposaba bocarriba
en la loza. El ruido me distrajo y, al voltear a ver qué pasaba, di un pase muy
alto.
—
Lo siento —me excusé—. Me distrajo el
chongo.
—
El profesor es un maldito —respondió,
luego me devolvió la pelota.
—
Sí —asentí—. Odio sus dientes.
—
¡Son inmensos!
—
Eso no es normal
—
¡Es el profesor marmota!
—
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA —exploté.
La pelota voló muy
lejos de mí mientras intentaba dejar de reír. No pude.
Como era obvio,
era mi turno para ser tratado como una basura por parte del profesor marmota.
No importaba, el apodo valía todo el maltrato y todos los gritos que ese hombre
podía proferir; para la posteridad, él ya sería, para siempre, el profesor
Marmota.
Clase de
matemática discreta el viernes. El profesor todavía no había llegado.
Reposaba, muy
desganado, sobre la mesa. Justo antes de cerrar los ojos para intentar dormir,
una mano tocó mi hombro. Viré la cabeza muy perezosamente.
—
Causa, ¿tienes liquid? —preguntó un sujeto
con una polera azul inmensa.
—
Nada, no tengo —respondí, sin dejar mi
desgano de lado.
—
¡Oe! — gritó el chico sentado junto al de
azul— Tú eres el que estaba haciendo chongo en la clase de básquet.
Inmediatamente lo
reconocí. Era el chico con el que había hecho pareja para hacer el ejercicio de
pelota. Las coincidencias de la vida.
El profesor llegó
y ya conocería a Bryan después.
Con el tiempo, me
di cuenta que la vida universitaria le daba a uno más libertades. Cosas como
esas no son muy buenas para una persona despreocupada por la vida; yo, por
ejemplo, en ese entonces era un opuesto perfecto de «responsable y
consecuente».
Me levantaba por
las mañanas y tenía un sinfín de opciones a explotar. Podía ir a la
universidad, podía faltar diciendo que no tendría clases y me quedaba en
neopets, podía salir tarde e irme a jugar Dance Dance Revolution al abrir el
Moy… en fin, mi futuro universitario estaba claro… u oscuro, como lo prefieran.
Pero siendo
sinceros, iba bastante a la universidad… más de lo que me gustaría. Después de
todo, tenía que esperar a que Veru salga del colegio para poder hablar con
ella. Lo mismo pasaba si quería ir al Moy con Burro.
Cuando la conocí, no sabía que era un soñador
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