¿Quieres ser amigo de Joseph también?

¿Cuántas personas han visitado a Joseph?

¡Visita a Joseph en Facebook también!

Con la tecnología de Blogger.
lunes, 24 de noviembre de 2014
    ¿En serio?
    Sí.
    Estás mezclando la realidad con la ficción.
    ¡No es ficción! Ella existe.
    Pero no existe aquí… o sea… no está aquí.
    Pero existe. Y eso es lo importante.
    Ya lo pasaste una vez con Danila… como para que lo repitas.

Serge no estaba del todo de acuerdo con mi relación a larga distancia. Decía que había abandonado mi vida real para dedicarme de lleno a una virtual. Obviamente, no le hacía caso.

¡El colegio terminó!... sin novedad.

¿Qué significaba terminar el colegio para mí? Nada… en lo único que pensaba era que ya no tendría que despertar de lunes a viernes tan temprano.

Aún no sabía qué estudiar; nada me llamaba la atención… unos meses antes quería estudiar medicina forense… pero, bah… sólo quería abrir muertos por el morbo; no era algo a lo que quisiera dedicarme de por vida… ¿O sí? No. Quería algo más artístico…algo que me permitiera expresar mi existencia. Pero no tenía ni idea.

    Vamos a Marina Park — me dijo Remi un día que hablaba con mi novia.
    Muy lejos, tío — respondí, desparramado en mi silla con una mano en el mouse y la otra en el teclado.
    Oe, desahuévate, pues — extendió los brazos —. Ya no sales a ningún sitio.
    Otro…
    ¿Otro qué?
    Nada, nada. Prefiero quedarme aquí en neopets y en MSN.
    Habla, Vamos a jugar DDR. Han puesto una máquina 3th mix en el Moy.
    Karla…
    ¿Eh?
    Nada… nada. No quiero ir.
    No seas cabro — insistió —. Ya, ya… te pongo dos fichas.
    No sé…

Camino a Marina Park, pensé en México. Karla fue la primera persona con la que jugué Dance Dance Revolution. Obviamente me había destruido porque yo siempre fui muy inútil para ese juego. Ya había pasado poco más de dos años sin subirme a una máquina de esas.

Moy era el local dentro de Marina Park donde las máquinas recreativas esperaban por las monedas de aquellos que deseaban usarlas para distraerse un rato.

Vi la máquina, brillaba de muchos colores y sonaba música muy variada. La pantalla mostraba las puntuaciones más altas y, luego, el logo del juego. Una voz rompía la música diciendo «Dance Dance Revolution, third mix! Show me your moves!». Debajo, un par de parlantes iluminaban unos LEDs al compás de la música y, a un paso de la gran máquina, un panel dividido en dos, cada parte con cuatro flechas: una hacía arriba, una hacia abajo, una a la derecha y una a la izquierda. Las flechas se iluminaban cuando las pisabas.

Era la máquina de baile del Dance Dance Revolution. Le daría una oportunidad, pero no sentía que podría llegar a gustar tanto de dicho juego.

Tras las dos fichas (seis canciones) que Remi me obsequió compré dos más. No recordaba el juego tan divertido. La verdad es que bien no lo había hecho, pero me divertí.


Desde aquel día, empecé a ir a jugar DDR esporádicamente. Junto a mi novia, se convirtió en mi nuevo amor.


Cuando la conocí, no sabía que era un soñador

0 comentarios: